Hoy os compartimos el testimonio de nuestra SOIFITERA Fina. Ella tiene más de 50 años y seguía una vida muy sedentaria. Además de problemas de tiroides, Fina también padecía las consecuencias de la menopausia que, por regla general, implican un aumento de peso. Aun así, en menos de dos años, Fina ha perdido más de 24 kg.

“No voy a contar mis antecedentes. Es una historia que todos conocemos. Es la misma que oímos una y otra vez.

Llegó un día que tenía 109kg y más de 50 años. Estaba avergonzada de mí misma, seguía una vida muy sedentaria y sin ninguna ilusión.

Mi hija siempre me estaba diciendo: “tendrías que visitar a Anna, ¿por qué no vienes?” Así que un día concertó la primera visita y fuimos. Yo con mi cara de “a ver de qué va esto” y con el firme e íntimo propósito de ponerme las pilas y aprender.

La dieta es sencilla y con pocas restricciones. De hecho, para mí fue fácil adaptarme a ella. Lo difícil, lo realmente duro, fue darme cuenta y admitir todos los malos hábitos con la comida. Es decir, comía sin control, picoteaba todo el día, liberaba mis frustraciones con la comida, comía muy rápido y muchas más cosas que tenía que cambiar.

Tanto Anna como mi hija todavía se están riendo al recordar la pregunta “¿comes mucho fuera de casa?”. Yo respondí totalmente convencida que no. Pero luego descubrí todos los almuerzos, comidas, eventos, viajes y celebraciones que había en mi día a día. De verdad, no era consciente de ello y, por eso, he tenido que aprender a controlar, a decir “no, gracias” muchas veces, a mantenerme lejos de la comida, a no comer tarta y sustituirla por fruta, a compensar esas salidas con las comidas de antes y después, y muchas más cosas.

Un día Anna me preguntó: ¿tendrías que hacer ejercicio no? Pero yo le contesté que no. Aun así, Anna lo repetía una y otra vez en todas las sesiones. “Podrías ir andando”, “podrías andar una hora por las mañanas durante las vacaciones”, “podrías ir en bicicleta”. Y llegó el día en el que fui andando al trabajo y me apunté al gimnasio. Al principio volvía derrotada a casa, con dolor de espalda y agujetas que duraban tres días. Pero repetía, volvía al gimnasio y, todavía hoy, vuelvo terriblemente cansada.

Tras un año largo, empecé a darme cuenta de las cosas que podía volver a hacer. Podía volver a nada, andar una hora y media o dos horas, hacer largos paseos en bicicleta y mucho más. Con el paso del tiempo, voy recuperando la fuerza y la ilusión, pero también sigo enfrentándome a mis malos hábitos porque algunos de ellos todavía pueden conmigo. Pero estamos en ello, dos años después y 24 kg menos.

No es fácil, es muy duro. Y cuando me preguntan “cuál es el secreto” digo que no lo hay. Solo se necesita constancia, esfuerzo, mucho trabajo y tener ilusión por cambiar, “porque si yo cambio, todo cambia”. Tienes que renunciar a cocinar como toda la vida, pero descubres nuevos sabores y nuevos alimentos. Tienes que renunciar a antiguos y confortables hábitos, pero en el camino encuentras otros que te aportan nuevas experiencias.

¡SI!, es mérito mío. Yo he bajado esos kilos y he hecho el esfuerzo. Pero Anna ha estado ahí en todo momento, dándome los ánimos para continuar cuando yo no los tuve, repitiendo las pautas una y otra vez hasta conseguir que le hiciese caso, sin poner nunca una mala cara y explicándome mis dudas siempre que lo necesité.

Es por ello que no hay letras suficientemente grandes para escribir la palabra GRACIAS.

Me ha costa años, muchos tropiezos, el efecto yo-yo, tener que “desaprender” y volver a empezar. Al fin, sé que este camino durará siempre. Pero este año hay nuevos objetivos que cumplir, quienes me conocen lo saben. Pero os digo que habrá mucho más. Pero eso es otra historia”.

“Porque cada día es un comienzo nuevo,

Porque es la hora y el mejor momento”

Poema atribuido a Mario Benedetti